23 enero 2007

EL ODIO


En la Francia que nos sobrecogía durante el verano por enfrentamientos radicales y violentos, Mathieu Kassovitz con tan sólo 25 años de edad, presentaba en 1995 “El Odio” (La Haine), una película de culto del cine social europeo. Rodada en blanco y negro, El odio supone el retrato y la denuncia de una sociedad que construye el bienestar de unos pocos sobre la marginación y la ausencia de horizontes de una parte importante de la población. Un film que además de comprometido es brillante en cuanto a una estructura limpia y perfecta y una muy buena recreación visual en la que destaca espectacularmente un juego de contrastes perfectos para el drama y una de mis secuencias favoritas del cine actual

14 enero 2007

La invitada


Me hace especial ilusión poder empezar este año con la idea de presentar aquí algo de lo que me enorgullezco y disfruto tanto: est@s invitad@s que no son otros que los que nadan a mi lado.

No podía ser nadie más que ella quién inaugurase este espacio, porque me encontró escondida en una frase y en sus palabras yo encontré a una persona maravillosa que tengo el gustazo de acercaros hasta aquí. Bienvenida siempre Di.


"Una noche cualquiera, mientras veía las lágrimas de mi madre caer por su mejilla, repleto su corazón de angustia y preocupación por la tardía aparición de mi hermano, se me ocurrió –inocente infancia- prometerle que yo no le haría sufrir tanto, que jamás viajaría, que no me iría lejos de su lado.

Primer y grave error. La niña no sólo le dio por viajar siempre que podía (mucho más que su hermano), sino que encima decidió irse a vivir a otra ciudad, por si no era suficiente.

Y es que parece que las promesas no se me dan bien.

Porque años después, y de nuevo a mi madre –triste esa vez por la muerte de una famosa periodista radiofónica a la que escuchaba tarde tras tarde- le prometí que yo algún día ocuparía su lugar en la radio, y haría un programa diario que le dedicaría a ella (a mi madre, claro).

La incipiente periodista (aunque ni siquiera había empezado aún la carrera) parecía que acomodaba su vida a esa profesión, y por un momento hasta yo soñé que quizás podría por fin cumplir dicha promesa. No lo hice, y ese tren pasó hace ya mucho. La radio no es mi mundo, aunque fue mi universo incluso.

Y sigo: a mi padre, muchas veces, le prometí que escribiría un libro algún día. Él, con ese orgullo paterno que los que aún no somos padres no podemos comprender, se emocionaba, y me animaba día a día a cumplir aquello, que no sólo era una promesa, sino sobre todo un sueño. Sí, habéis acertado, también le fallé. Ese libro está a medio empezar. Tiene tres páginas, y una idea muy clara, pero al morir mi padre creo que también murieron las ganas de escribir para él. Es difícil de explicar, muy contradictorio. Me quedo esta parte de incomprensión para mí misma.

A muchos amigos les prometí estar siempre a su lado, no dejarles ni a sol ni a sombra, no olvidarles, acompañarles en este camino de la vida. Y creo que ahí tampoco he cumplido mi promesa.

Por eso, en vista de que estoy especializándome en romper promesas, a ti, Niña Carol, no quería fallarte de nuevo. Sólo por ser tan increíblemente especial, tan imprescindible para que yo siga adelante. Gracias por pensar en mí, gracias por enseñarme unas cuantas cosas con tu lucha. Gracias por hacerme sentir Como Pez en el Agua.

Prometo no prometer, y así no romperé tantos corazones… ¿o esto también es una promesa?"